¿Quién no lo ha dicho alguna vez?: "Cuando tenga tiempo, mejoraré mi inglés (o visitaré la India; o adelgazaré; o leeré tal libro)...". Cuando tenga tiempo... pero ese tiempo nunca se llega a tener. Esta es, probablemente, la razón de que haya tantos gordos, de que no mejore nuestro inglés y de que tantísima gente no conozca la India que "quería" conocer. No existiendo objetivos, sino vagos deseos, no se siente verdadero compromiso hacia la acción.
Este síntoma no sería peligroso por sí solo. Pero frecuentemente va ligado a otros hábitos, también poco recomendables. El más importante de ellos es el de atender, simplemente, las cosas que nos van llegando. El de reaccionar, sistemáticamente, a lo que ocurre. Nos convertimos así en seres tele comandados por los otros. No hacemos realmente lo que queremos, lo que hemos decidido, sino que actuamos en función de decisiones ajenas. Nos dejamos llevar por hechos exteriores. O, lo que es peor, por el azar.
Este modo de actuar supone cierta comodidad en cuanto que nos ahorra algo que a veces resulta enojoso: tomar decisiones. Pero acarrea, con frecuencia, un oscuro sentimiento de frustración. Lo generan la sensación de falta de libertad real y la carencia de gratificación en cuanto a lograr lo que realmente deseamos.
Es difícil ser eficaz si se actúa según esa premisa. Porque nunca "tendremos tiempo" de nada. La comodidad de dejarse llevar no puede ir acompañada del éxito de lograr objetivos. Si realmente se desea alcanzar algo, es preciso actuar de modo decidido y dedicarle el tiempo necesario. Pero en el momento preciso - que puede ser ya, o la semana que viene - y no "cuando se tenga tiempo". Porque ese tiempo nunca llegará.
Tomado de: https://www.academia.edu/18245013/Comprensión_Lector1 Acosta, J. M., Uso eficaz del tiempo,