El paso de los siglos ha convertido al planeta Tierra en una aldea, y nadie puede negar, sin embargo, la naturaleza secreta e inasible de la persona humana y de las relaciones que es capaz de establecer consigo misma, con los demás y con el medio que la envuelve.
El individuo nace y crece en un ambiente que modela de arriba abajo su estilo de vida y su manera de abordar sus problemas que el mundo exterior le presenta sin solución de continuidad. Pero el medio no es el sujeto. pues, de lo contrario; la humanidad viviría aún en las cavernas, defendiéndose de una naturaleza tan arbitraria cuanto tiránica. Y, con todo, la simbiosis entre la persona y el medio está lejos de poderse resolver en beneficio de una masificación avasalladora o de un individualismo autosuficiente.
Cuando muchas personas se juntan impulsadas por sentimientos y necesidades comunes y compartidos, la nueva vivencia no surge de la nada, sino que resulta de la ósmosis de cada particularidad obtenida en unas condiciones especialmente felices, al margen de las finalidades perseguidas. Asirse a un cañón no hace de un niño necesariamente un soldado. Pero alguien podría responder que alguna vez los soldados también fueron niños.
Tomado de: https://www.academia.edu/18245013/Comprensi%C3%B3n_Lector1