746 CAPÍTULO XLV - SALIDA DE URÉ- AGOTADA POR EL HAMBRE - MI COMUNIÓN EN MAGANGUÉ - HISTORIA DE "ZORRITO" - OBEDIENCIA A UN JESUITA - ESCRIBÍ AL EXCELENTÍSIMO SEÑOR BRIOSCHI - INSTRUMENTO DE LAS MISERICORDIAS DE DIOS - NOTICIAS DOLOROSAS ANTES DE LLEGAR - GRAVEDAD DE MI MADRE Y CONVERSIÓN DE ROMUALDA - ÚLTIMOS CONSEJOS DEL PADRE ELÍAS "Alabad al señor porque es bueno; porque su misericordia es para siempre". (Sal. 117, 29) Salida de Uré Ya instaladas las hermanas emprendí el viaje de regreso. Pintar mi pena al salir, después de dejar aquella hijitas allí sin la Eucaristía y sin sacerdo- te, no es fácil. Sin embargo ya mi abandono tocaba a un punto que me permitió salir en calma y dándoles a las hermanas voces de aliento. ¡Ben- dito sea mi Dios! Salimos y ya desde la Mochajagua enfermé y tuvimos un día de demora. Por fortuna pudimos hacer canoa con un médico de la línea del ferrocarril troncal y fue un gran recurso. Nuestro camino de regreso ya sin entrar a Ayapel ni a ninguno de los caños, fue menos largo; pero sí muy pesado porque venía la canoa nave- gando de noche. No lejos de San Antonio me principió insolación y tuvi- mos que demorarnos un poco. Tirada debajo de unas plataneras me hicie- ron las medicinas que al doctor le parecieron oportunas y al día siguiente continuamos, con un cansancio que por las tardes paraba en fiebre. Agotada por el hambre Llegamos al fin a Magangué, en donde no encontramos alojamiento sino después de recorrer casi todo el pueblo, con un hambre devoradora, pues eran las tres de la tarde y no habíamos tomado nada desde las cuatro de la mañana. Pero, padre, la hermana San Benito que era compañera, resultó guapísima para el hambre, mientras que esta servidora cobardísima y tan desfallecida, que varias veces intenté sentarme en la calle a llorar de hambre.